jueves, 7 de marzo de 2019

ROMPIENDO ESTERIOTIPOS

Todos los niños merecen alcanzar su máximo potencial, pero la desigualdad de género que rodea su entorno y la de sus cuidadores impide que esto sea realidad.
La desigualdad de género está presente en el día a día de niñas y niños, tanto en sus hogares como en sus comunidades, en los libros de texto, los medios de comunicación y entre los hombres y mujeres que cuidan de ellos.
De la misma manera, la distribución desigual de los quehaceres domésticos socializa a los niños y les hace creer que la única función de las mujeres es hacerse cargo del hogar, lo cual limita el cambio generacional y reduce las ambiciones de las niñas.

"Tenemos que cambiar nuestra actitud."

Los niños y niñas que son testigos de violencia de género en sus hogares tienen una mayor tendencia a imitar estas dinámicas violentas en sus relaciones adultas, ya sea como autores o víctimas.
Sin embargo, durante la primera infancia, la disparidad entre niños y niñas es relativamente limitada. Y conforme crecen, las barreras de género se acentúan.

El primer lugar donde un niño o una niña adquiere las pautas socioculturales es en el seno de la familia; por tanto, para conseguir la igualdad de la mujer en nuestra sociedad de una vez por todas es fundamental educar a las personas más jóvenes de casa en torno a esta convicción.
Los roles de la sociedad se perpetúan en la familia, porque los interiorizamos durante los primeros años de nuestra vida: a través del juego, tu hijo o tu hija aprenden cuál es el lugar que les corresponde en la sociedad, y tú, mediante los juguetes que les compras, les das unas directrices muy claras sobre qué se espera de cada uno.
Si quieres que tus hijos crezcan con una mentalidad en la que la desigualdad entre géneros y sexos no tenga cabida, puede que lo primero que tengas que hacer es cambiar ciertos hábitos de tu hogar para predicar con el ejemplo y enseñarles que no hay tareas diferentes en función del sexo, sino de las habilidades de cada uno.